sábado, agosto 05, 2006

Navegar con niños


El motivo principal por el que buscábamos un barco como éste, con tres camarotes, es por el número de miembros que componen nuestra familia.

Es cierto que navegar con niños te limita, pero también te permite disfrutar de otras muchas cosas. Al que no lo haya probado, le invito a que lo haga, pues es muy interesante y satisfactorio.

Para empezar, hay que tener cuidado con la seguridad. Cuando las condiciones no son buenas, todos a la bañera y bajo control. Cuando son malas, todos adentro.

Por otro lado, hay que prever entretenimientos, ya que los niños tienden a aburrirse si están con la misma actividad más de veinte minutos seguidos. Juegos, canciones y cuentos son muy adecuados y dan pie a conversaciones que, en otro entorno, no se tendrían.

También baños de vez en cuando, que les permiten moverse, que es lo que les gusta, y quitarse el calor.

Lógicamente, también se les pueden dar trabajos adecuados a su tamaño y preparación: poner y quitar las defensas pequeñas, ponerse a la caña en rumbos que lo permiten, pulsar los botones de los aparatos electrónicos… Pero sin olvidar que el patrón es el responsable de todo lo que sucede a bordo, lo haga quien lo haga.

Hay que estar atentos al clima, ya que son más vulnerables al frío o al calor. Y no rozar el límite en las distintas situaciones, ya que fácilmente les puede dar por jugar a meterle un dedo en el ojo al que lleva la caña, por poner un ejemplo, y pasar así un rato.

Pero, en definitiva, si me preguntan, prefiero navegar con niños. Son más dóciles, aprenden rápido y se pasa bien con ellos. ¿O será que me gustan los niños?

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