domingo, abril 29, 2012

Travesía MMXII - 1 - Singladura 2

(Esta entrada es la segunda de una serie que empieza aquí)

Amanece en la Marina Internacional de Torrevieja. La noche ha sido tranquila y reparadora.

Poco a poco va despertando la tripulación. Todos dicen haber pasado una buena noche. Incluso los que ya venían de casa con problemas de espalda. Otra preocupación menos para el patrón.

Desayunamos y nos disponemos a zarpar. Lo primero que queremos es rellenar el depósito de combustible. Nos dicen en la Marina Internacional que la gasolinera es sólo para socios y que, de todos modos, siendo domingo, estaba cerrada.

Mientras la tripulación se organiza a bordo, me acerco a la gasolinera que había visto la noche antes, junto a Los Granaínos, con el contenedor para, al menos, asegurarme de que habrá cinco litros.

Soltamos amarras y lo primero que hacemos es acercamos a la Marina Salinas, a hacer gasoil. Mientras, los tripulantes se acercan para contemplar el submarino Delfín y hacerle fotos.


El depósito estaba prácticamente vacío. Es raro para el uso que le damos pero ahora ya vamos tranquilos de tener combustible para el resto del año.

Ahora sí, una vez realizado el repostaje, zarpamos. Rebasada la punta de Torrevieja, ponemos rumbo 30º N. El lebeche nos permite hacer buenas planeadas también hoy. No llueve y, en apenas dos horas, ya estamos a la altura de la Isla de Tabarca.

Lo estamos pasando bien. Hay un buen ambiente a bordo.

Los tiempos se van cumpliendo y vamos aprendiendo los pormenores de la navegación a vela.

Todos van pasando por el timón para comprobar que estar a la caña no es tan complicado como parece.

 













Como estaba previsto, la intensidad del viento va en aumento pero cuando arrecie ya estaremos en la Marina de Alicante.

Hemos elegido este puerto en lugar del RCR de Alicante, por su cercanía al casco histórico. La verdad es que ambos puertos tienen su encanto y el trato es exquisito en los dos.

Se nos ha dado tan bien, que a la llegada aún tenemos que esperar a que abran la oficina en el horario de tarde. Aprovechamos para dar un paseo por la sede de la VOR. Impresiona ver los barcos que han disputado las ediciones anteriores y que han quedado a modo de monumento.

Entre unas cosas y otras, no hemos tenido tiempo de comer. Nos damos cuenta cuando ya hemos dejado el barco en el amarre que nos han asignado. Como dice Iñaki, "haremos comida-merienda-cena y así ahorramos".

Y así es: vamos al Burger King de la Explanada de España (y porque no había otro sitio más cerca) y nos pedimos sendos menús gigantes con la promoción del Sandy gratis. Cuesta trabajo terminárselo pero el orgullo adolescente hace que no quede ni una patata frita.

Luego, paseíto por el centro y visita a la réplica del galeón Santísima Trinidad, que está por aquí. Impresionan las dimensiones. A bordo no se siente ningún movimiento. ¿O será que ya estamos marinizados?




Antes de dormir, oímos rugir el viento fuera. Menos mal que estamos a buen resguardo.

Planificando el día siguiente, nos cuestionamos las distintas posibilidades. La tripulación quiere un día de asueto en La Manga antes de volver a Madrid. Por lo tanto, si queremos llegar antes de la apertura del último puente de El Estacio, será necesario levantarse temprano: según la previsión, nos espera una jornada dura, con fuerte viento de proa.










(continúa)